Esta iniciativa sin ánimo de lucro está impulsada por el club náutico que pretende mejorar la relación entre humanos y medio marino
El plástico se emplea en muchos ámbitos porque presenta propiedades ideales, como subproducto del petróleo es fácil de fabricar, de bajo coste, maleable a cualquier forma y color, ligero y resistente, sufre poca corrosión y dura de decenas a cientos de años. Pero estas mismas cualidades le hacen omnipresente y uno de los productos más contaminantes de la tierra.
Con 269.000 toneladas calculadas actualmente, los plásticos son el desecho humano más prevalente en el mar, sea por vertido directo o desde tierra por acción de la escorrentía. Junto a la contaminación del mar y las costas, su abundancia excesiva provoca, por acción de las corrientes marinas, la formación de grandes islas flotantes en todos los océanos. En particular las cinco islas de plásticos en medio de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico. En este último se encuentra la mayor isla, de tres veces la superficie de Francia.
Los plásticos se fragmentan por acción del agua y la luz solar y se deshacen en piezas cada vez más pequeñas. Cuando su tamaño se sitúa por debajo de los 5 milímetros es cuando se llaman microplásticos. Pueden ser resultado de plásticos duros que se rompen en fragmentos o tejidos sintéticos que se deshacen en fibras de plástico, por ejemplo. También los hay que ya son creados de pequeño tamaño, como los presentes en productos de cosmética y pastas de dientes.
Estos microplásticos están presentes en el agua del mar, en el agua potable, en la arena, en las plantas, en los animales vivos, en los humanos… Nos llegan directamente del agua que bebemos y de los animales y vegetales que consumimos. Un estudio reciente determinó que aproximadamente un 80% de las personas ya tenemos microplásticos en el torrente sanguíneo que, cuando son detectados y atacados por nuestro sistema inmunológico, pueden formar un coágulo sanguíneo de graves consecuencias para la salud -para acceder al estudio original-. Los vegetales los acumulan del agua que absorben y de ahí pasan a los herbívoros y carnívoros. En la cadena trófica marina el proceso normalmente comienza cuando el zooplancton -plancton animal- consume los microplásticos pensando que son alimento, y de ahí pasan por los escalones superiores hasta llegar a depredadores que nosotros pescamos.
Aula Medioambiental del Real Club Náutico de Puerto Pollensa
El Aula Medioambiental del Real Club Náutico de Puerto Pollensa (RCNPP) es una iniciativa sin ánimo de lucro impulsada por el club náutico y por los doctores Bernat Morro y Nicole Mahy que pretende mejorar la relación entre humanos y medio marino a través de la adquisición y difusión de conocimiento. Actualmente cuenta con el apoyo de la Consejería de Educación y Formación Profesional de las Islas Baleares que colabora a través de un convenio para facilitar la participación del mayor número de centros educativos en las actividades del Aula. Por una parte, el Aula participa en proyectos de investigación de instituciones públicas y ofrece una plataforma para la divulgación científica, invitando a profesionales diversos como investigadores en biología marina. Por otra parte, el Aula quiere sensibilizar y educar sobre el medio marino y lo hace centrándose en los más jóvenes de Mallorca. La educación en este último punto se realiza a través de proyectos y talleres donde escuelas e institutos trabajan de forma práctica aspectos de la relación entre humanos y medio marino.
En uno de estos talleres para exponer la problemática de los plásticos y microplásticos como contaminantes marinos, celebrado el pasado martes 8 de noviembre, el responsable del Aula Medioambiental del RCNPP, Bernat Morro, organizó una jornada de trabajo para alumnos de primero de ESO del IES Guillem Cifre de Colonya de Pollensa.
Los 93 alumnos fueron en bicicleta desde su instituto hasta el RCNPP. De ahí caminaron a la playa del paseo de Anglada Camarasa y recogieron y procesaron muestras de arena por su posterior análisis. Divididos en tres grupos rotaron por tres actividades. La primera consistía en la identificación de los diferentes tipos de microplástico -fragmentos, perlas, filmes, espumas y fibras- mediante lupas de laboratorio y en el pesaje de estos microplásticos hallados en un metro cuadrado de arena, que por lo general rondaban los 50-100 mg por m2.
También asistieron a una actividad en la que aprendían sobre la formación de los microplásticos, sus efectos sobre la ecología marina y sobre la salud humana, y reflexionaron sobre prácticas cívicas para prevenir su aparición. Por último, armados con guantes y bolsas de basura, limpiaron la playa de plásticos que depositaron en el punto de reciclaje. Este proyecto prosiguió en sus clases con el análisis de los datos recogidos, que utilizaron para llegar a conclusiones sobre el estado conservación de la Bahía de Pollensa. El mensaje principal del taller es que, por mucho que se haya tratado así durante siglos, el mar no es un basurero donde se pueden echar desperdicios porque estos afectarán tanto a la vida marina como a las propias personas.
Los centros interesados pueden ponerse en contacto con el RCNPP para participar en estas actividades educativas.