Un pacto de país y una inversión de 22.000 millones de euros en los próximos 25 años, claves para garantizar el abastecimiento

El pasado sábado 29 de marzo, Marc Oliva, presidente de la Comisión de Economía Circular y Cambio Climático de Enginyers Industrials de Catalunya, presentó el documento elaborado por el Observatori Intercol·legial de l’Aigua de Catalunya bajo el título Catalunya 2050. Bases per a la Transició Hídrica en la sede de Club Nàutic Masnou. El informe ofrece un análisis detallado sobre el estado actual de los recursos hídricos en Cataluña y los retos de futuro, ante un contexto marcado por el cambio climático y el crecimiento poblacional.
Según datos del informe, la población catalana ha pasado de seis millones de habitantes hace 25 años a ocho millones en la actualidad, con previsiones que apuntan a alcanzar los diez millones en 2050. Marc Oliva subrayó la importancia de avanzar en políticas de adaptación climática y alertó sobre el impacto del aumento de temperaturas en el ciclo del agua, lo que conllevará una mayor demanda y, a su vez, una mayor escasez del recurso. Se estima que incluso en escenarios favorables podría haber entre un 20 % y un 40 % menos de agua respecto a la media histórica.
La gestión del agua en Cataluña deberá adaptarse a esta nueva realidad, con fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes e intensos. El informe recalca que las series históricas dejan de ser una referencia fiable y que es necesario garantizar el acceso equitativo al agua para todos los sectores.
Según la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), la distribución del uso del agua es actualmente del 19 % para uso urbano, 9 % para uso industrial y 72 % para uso agrícola. En litros por habitante y día, el consumo medio es de 215 litros en uso urbano, 100 litros en uso industrial y 782 litros en el sector agrícola. Ante estas cifras, el informe plantea la necesidad de mejorar la eficiencia del uso agrícola del agua, no con el objetivo de reducir su volumen, sino de aumentar la productividad y la competitividad del sector. Para ello, se proponen medidas como la modernización de los canales de riego, especialmente el canal de Urgell y los regadíos de Girona, la ampliación de 80.000 hectáreas de superficie regada, la implantación de riego de precisión y digitalización de los sistemas de control, así como la planificación de campañas de riego y tarifas bionómicas.
Otro pilar de la transición hídrica planteada en el documento es la expansión de la capacidad de desalación. Actualmente, Cataluña cuenta con una capacidad de 80 hectómetros cúbicos anuales, repartidos entre las plantas de la Tordera y el Prat de Llobregat. Para 2050, se prevé que sea necesario generar 360 hectómetros cúbicos anuales de agua desalada, equivalentes a un suministro de 100 litros diarios por habitante para 10 millones de personas. Esto requeriría disponer de seis plantas desaladoras del tamaño de la del Prat, lo que implicará una importante inversión en infraestructuras.
El informe propone una hoja de ruta técnica abierta al debate, con el objetivo de dar una solución estructural a la garantía del agua en Cataluña en las próximas décadas. Sus autores reclaman un pacto de país que culmine en una ley de transición hídrica. Esta normativa deberá asegurar una demanda estimada de 4.782 hectómetros cúbicos anuales en 2050, sin comprometer los requisitos medioambientales de los ecosistemas fluviales y masas de agua. Para ello, será necesario invertir 21.960 millones de euros en un periodo de 25 años, procedentes tanto de recursos públicos como privados.